lunes, 15 de diciembre de 2008

EL MITO DE LA DEMOCRACIA






Consideraciones previas sobre el mito

El mito es un nivel de explicación de la realidad, pero al mismo tiempo es una configuración del mundo de acuerdo a las relaciones de poder que le subyacen. Al interpretar el mundo o parte vital de este, el mito adquiere un carácter absoluto en cuanto que para su aparecimiento necesita convertirse en una ‘verdad’ absoluta e indiscutible. El mito social es irrefutable tanto por su condición de ‘conocimiento’ indemostrable, como por las condiciones políticas de su aparecimiento. Y esto porque (la razón) del mito no indaga sobre su propio origen, no detiene su mirada sobre sus fundamentos, porque existe el riesgo del absurdo o el sinsentido. Análisis críticos sobre la racionalidad de la razón demostraron que la razón parte del mito y lo argumenta no para reforzarlo, pues ya es absoluto, sino para proyectarlo al futuro, para sostenerlo en el tiempo histórico, en el devenir. El carácter metafórico del mito no reflejan inconsistencia sino que la metáfora es una especial forma de transmitir ciertos mecanismos de vida colectiva, adoptados en algún momento de la historia, como una suerte de herencia psicosocial.


El mito y la razón política

Desde la ilustración europea, el reencuentro con las teorías aristotélicas, la práctica de la investigación inductiva y el cultivo de la lógica contribuyeron de manera definitiva a cambiar el paradigma de desarrollo cultural, ligado al dogmatismo católico en la edad media, al del racionalismo científico que posteriormente se expandiría por el mundo entero. El despertar de la razón erigió como puntal de cambio social la posibilidad de que el hombre reflexione sobre asuntos vedados para la razón teológica, su cotidianidad, su condición social y su estructura política. Se trataba de una inflexión en el pensamiento humano que proponía al hombre mismo como el centro de la cultura y del pensamiento, luego de haber permanecido al margen de las cuestiones mundanas a causa del sueño idealista y los dogmas de la iglesia. A pesar de que tales figuraciones conservaban alguna incidencia, un nuevo espíritu nacía en Europa, el espíritu de la libertad y de la confianza en el propio pensamiento, lo que Kant llamó como la salida del hombre de su minoría de edad (kant: 1).

Sin embargo, poco después del valiosísimo impulso que tuvieran las ciencias y las artes se comenzarían a sentir una serie de ambigüedades, -por llamarlas de algún modo-, sobre todo en terrenos teóricos y culturales cuyo cambio implicaba transformaciones en la estructura administrativa de las sociedades. Incluso, la misma filosofía entra en un estado de crisis hasta que se ‘resolvieron’ los enigmas de su propia posibilidad, de su sentido histórico y de sus alcances prácticos. Problemas como el epistemológico sólo podrían ser resueltos con la genial síntesis kantiana de la ‘Estética Trascendental’, o problemas históricos con la ‘Dialéctica’ de Hegel.

Los problemas políticos que arrojaron sobre la sociedad las teorizaciones racionales de la propia razón y del mundo, contrastaron directamente con ordenamientos que se resistían a perder los privilegios que una estructura jerárquica heredada de las prácticas administrativas del medio evo e incluso del tiempo antiguo, que consideraban natural el hecho de los privilegios para unos pocos. La interpretación general de la ilustración dice que la razón vino a reemplazar al dogma, pero de hecho no lo hizo de manera total. En ocasiones, se dotó de amplia argumentación teórica y de un ropaje racionalista a elementos sociales sostenidos por la irracionalidad del poder y la jerarquía, la costumbre y la impotencia.

Si bien la ilustración decretó la mayoría de edad de los hombres, no decretó su plena realización ni la liberación de la tutela del poder. Una mínima secuencia histórica nos demostrará como las formas de control, a pesar de la razón, no desaparecieron, sino que se transformaron. Las monarquías se instauraron por el pueblo para frentear el poder de la aristocracia imperial, la burguesía instauró el estado para frentear el poder de la nobleza, según el marxismo, el proletariado habrá de instaurar la dictadura del proletariado para frentear el poder de la burguesía, etc.

Pero el caso de la instauración del estado burgués y la idea de la democracia es paradigmático, porque contiene la fórmula por excelencia del mito moderno, es decir esta figuración que explica y organiza la realidad con los ropajes de la racionalidad sin ser necesariamente racional. Observemos por ejemplo, cómo desde J.J Rousseau la legitimidad del estado radica en su soberanía, que a su vez radica en el ejercicio de la voluntad general del pueblo, que decide en beneficio de todos. Sin embargo, esta conceptualización no resiste el más sencillo análisis. ¿Qué es el ejercicio de la voluntad general?, ¿cómo se ejerce?, ¿el voto es suficiente razón para creer en el ejercicio de la democracia?, ¿quién tiene la facultad de decisión efectiva en asuntos de bienestar general, el pueblo?, ¿qué es el pueblo?, ¿por qué el modelo del Estado es el único modelo de administración política válido?, ¿la sociedad nace del contrato social o el contrato nace de la sociedad?, etc.


El mito del sufragio




Los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento, y partido de la izquierda, dos y medio por ciento. Poquísimos los votos nulos, poquísimas las abstenciones. Todos los otros, más del setenta por ciento de la totalidad, estaban en blanco.
José Saramago



¿Qué pasaría si ‘el pueblo’ un buen día decide espontáneamente no jugar el juego de la democracia. ¿Qué pasaría si la inteligencia del pueblo hiciera que el sistema de elecciones cayera dentro de la trampa lógica de su propia estructura, al votar en blanco? Quizá sobrevendría la incertidumbre, pero más allá de ello se despojaría al mito de la democracia de su coartada racionalista y de su opresión sistemática. Naturalmente no faltarían aquellos que, como en la edad media, quisieran quemar a los que dijesen que la estructura y la sabiduría oficial es falsa, esos nuevos herejes serían -con razón- catalogados de revolucionarios, de anarquistas, de locos. Pero, cada vez está más claro que el ejercicio, peor aún, que “el derecho al voto”, es uno de los mecanismos más hostiles para el desarrollo efectivo de la justicia, la igualdad y la libertad, en el desarrollo de la participación activa de los individuos dentro de la sociedad. Caída la democracia representativa, caería el mito de la democracia, o sea el ejercicio del poder por parte de unos pocos que dan vida a la ficción burocrática bajo la convención dogmática de un poder supremo que posibilita la existencia de la vida colectiva, pero que en realidad la mantienen “secuestrada por el poder económico” (Saramago, 3) .

Hace poco, en Ecuador se vivió el proceso del referéndum aprobatorio de la nueva constitución. La nueva constitución garantizaría el mejor acceso de la población, sobre todo de los más necesitados, a los beneficios del poder y del Estado, contribuyendo a la igualdad económica, a la libertad de expresión, al cumplimiento de los derechos colectivos y los derechos de la tierra. El referéndum se dio, a pesar de que el proceso mismo de constitución del magno documento, supuesto fundamento de la democracia, fue anulado por las presiones presidenciales bajo el argumento de la premura y necesidad de su redacción. Así se obviaron una serie de peticiones que ‘legítimamente’ el ‘pueblo’ desde diferentes lugares, hizo llegar a la Asamblea Nacional Constituyente ‘de plenos poderes’. Los propios asambleístas, una vez concretado el documento, aseveraban que no había resultado la constitución que el pueblo había soñado pero que en todo caso se trataba de una buena constitución .


La mistificación de la Cultura




El bienestar y la libertad de todos, la abolición de la tiranía y de la esclavitud no se pueden obtener sino cuando los hombres se esfuercen por armonizar sus intereses y se plieguen voluntariamente a las necesidades sociales. (…)Todo depende de la voluntad de los hombres. Busquemos por tanto educarlos para querer la libertad y la justicia para todos, y expulsar de su espíritu el prejuicio de la necesidad del gendarme.
Enrico Malatesta


La sociedad global en general está traspasada por relaciones de poder materializadas en relaciones económicas asimétricas, que se perpetúan a través de la superestructura ideológica o cultural. En este sentido, la cultura más allá de ser un elemento formal del desarrollo de los individuos, más allá de configurase como factor sustantivo en el devenir de los pueblos, también es un factor de dominación en cuanto ha servido para mistificar la verdadera estructura de un sistema (como el burgués) que se asienta en la exclusión y la jerarquía. La cultura se torna expresión simbólica de la dominación.

Por tanto, creemos que el ejercicio de la libertad, en primera instancia debe combatir el factor de perpetuación de los absurdos regímenes que dominan a los pueblos, a través de la revolución cultural, el despertar crítico de los pueblos e individuos frente a los mitos que sostienen el poder. Por ello, erigimos la utopía o el tabú de la revolución, elementos despojados de la cultura oficial y del racionalismo, por ser precisamente hostiles a la permanente reproducción de las estructuras de la dominación, y esto, significando la negación de cualquier fundamentalismo, no significa la supresión de la radicalidad en la búsqueda de la verdad, que por cierto pasa por el encuentro de nuevas sensibilidades y nuevas prioridades individuales y colectivas.


Textos de consulta

Held, Karl y Emilio Muñoz. El Estado democrático: crítica de la soberanía burguesa. Buenos Aires, Editorial Resultate, 1988, 203 págs. Internet: www.gegenstandpunkt.com Acceso: 8 de noviembre de 2008.

Kant, Inmanuel. ¿Qué es la ilustración? Texto de estudio. Movimientos culturales. Universidad de Cuenca. 2008.

Merlino, Saverio y Errico Malatesta. Elecciones y anarquismo “Anarquía ... ¿Contra qué?” Internet: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/elecciones_y_anarquismo/indice.html Acceso: 10 de Noviembre de 2008.

Nietzsche, Federico. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Internet: www.nietzscheana.com.ar/sobre_verdad_y_mentita_en_sentido_extramoral.htm Acceso: 2 de noviembre de 2008

Ramírez, Mario Teodoro. Ilustración y cultura. Kant y Hegel dos modelos del concepto de cultura en la filosofía moderna. Texto de estudio. Movimientos culturales. Universidad de Cuenca. 2008.

Saramago, José. Ensayo sobre la lucidez. Editorial Alfaguara, 2004.

________. “Conversaciones con Jorge Orlando Melo”, Revista Número Internet. www.ciudadanosenblancodecanarias.com/documentos/JoseSaramago.pdf Acceso: 9 de noviembre de 2008.