viernes, 26 de junio de 2009

FRASE CELEBRE

SANCHO; SI LOS PERROS LADRAN ES POR QUE CAMINAMOS...

EL ABURRIMIENTO DE DIOS Y 44 LECCIONES CÍNICAS PARA MORIR FELIZ

FILOSOFÍA

EL ABURRIMIENTO DE DIOS

Una cosa que se explica deja de interesarnos
Friedrich Nietzsche


Preámbulo


¿Hay algo peor que escribir sin saber a quien se escribe? Efectivamente, no existe nada peor que no saber qué es lo que se quiere decir. Sin embargo, nada puede ser dicho fuera de los oídos del que escucha, como si este último fuera el verdadero punto de llegada de todo lo que pretende sentido. El otro que escucha y que en este caso lee lo escrito, es el que realmente pronuncia y escribe los significados, por eso es triste encontrarse con interlocutores mediocres que no potencian el sentido de un pensamiento sanguíneo, vital.

Y todos somos interlocutores, eslabones del tiempo cuya continuidad y mejoramiento, lo sabemos, ha sido interrumpido por la estupidez de una razón totalizante, pero fundamentalmente, por la falta de valor que produjo. Valor, insistimos, como valerosidad y como valía. Como afirmación.

Epicuro decía que una filosofía que no alivia, que no satisface, que no es útil, es como la medicina que no cura, que no ayuda y que sencillamente es absurda. Pero la cura que brinda la filosofía presupone la necesidad de elucidar la vida, y desde luego, el abandono de los menjurjes idealistas que eximen de la propia experiencia incluso la de la muerte.

Estos textos nacidos por inspiración y contraste con las ideas de Nietzsche, tan solo procuran la rehabilitación del pensamiento como vía de recuperación del destino de un ser humano completo.



I

No es adecuado hacer una lectura sistemática de un autor asistémico, o mejor dicho, caótico. Pero el caos de Nietzsche no es un abigarrado teórico exento de verdad, al contrario, tanto la fluctuación como el vaivén de los temas que propone, tienen en común tan sólo que pueden ser leídos como una entre tanta experiencia vital, como una concepción de verdad en el universo informe, como un interés aparecido en la paradoja de la temporalidad y la multiplicidad, como una voluntad autoconsciente de su posibilidad en la inexpugnable nulidad, el aparecimiento de la fuerza en-carnada y la idea del interés como verdad de la verdad.


II

La destrucción de la verdad pasa por el ennoblecimiento de la pequeñez. La interpretación exige el dominio de sí mismo, pues la decodificación no es otra cosa que re-invención de la proyección eterna. El aforismo es una de las formas de la eternidad porque dice lo que ningún libro dice, al hacer que aquel que descifra no lea solamente hacia atrás, sino hacia delante, hacia el porvenir, igual que una estrella que arroja luz y guía sobre el navegante.


III

La hermenéutica sobre la verdad descubre que aquella tiene como trasfondo el poder. Pero el cristianismo es una institución de poder muy particular, es el poder de los débiles, de aquellos que de buena gana han claudicado a sí mismos y a su propia visión de las cosas, y desde luego, a la única oportunidad de realizar su existencia. Por eso Nietzsche afirma que no existe la comprensión ni de la verdad ni de su antítesis, pues aquello o es alabado o es censurado en la medida de la propia escala de valores que constituyen la escala de las verdades. Pero ¿cuáles son en último término las verdades del hombre? Sus errores "irrefutables".



IV

Hay que dormir mucho, en sentido real y figurado, para volver a tener un mañana, para librarnos del hastío y la fatiga. Es un alarde en la sabiduría de la vida saber intercalar a tiempo el sueño bajo todas sus formas, nos dijo Nietzsche. No se trata, sin embargo, de una invitación a la utopía, es más bien una apelación estética a la violación de las certidumbres coercitivas, la liberación de aquello que escapa a la luz de la razón, la sombra del caminante, sus sueños, su única y auténtica propiedad.
V

No es con una búsqueda metódica y preceptiva que se alcanza el porvenir. Al contrario, frecuentemente el aburrimiento es un atributo de la organización, del orden y sobre todo de la regularidad. La costumbre es sinónimo de aburrimiento e infelicidad. Vivir es sentir la sublime contingencia de la vida, es inventar la vida en la vuelta a la alegría y muy probablemente en el reencuentro del sentido primigenio de la bondad, aún cuando en este volver, se termine claudicando a la inteligencia. Nietzsche categóricamente afirma que hay que tomar las cosas con más alegría de las que merecen, sobre todo porque las hemos tomado en serio más largo tiempo del que merecían.


VI

La recuperación de la voluntad es la superación del hombre como superación de la ausencia de alegría. Para ello es necesario que aparezca el sentimiento de poderío, porque este sentimiento asegura la certeza de sí mismo y su consecuente disfrute. Nietzsche afirma que sólo se manda al que no sabe obedecerse a sí mismo.


VII

El arte es potencialidad porque es trabajo placentero y minuciosa visión de la vida siempre virginal. El arte es el gran estimulante porque tiene el poder de transmutar el hastío y el absurdo de la existencia en imágenes que ayudan a soportar la vida y más aún, porque ejerce la transvaloración en el centro de los valores de la decadencia, ejerciendo una “función perjudicial” sin producir perjuicio.


VIII

Según Nietzsche la señal de la libertad realizada se manifiesta cuando uno ya no siente vergüenza de sí mismo, cuando se supera la imagen sublimada de nuestra in-significancia, más que como poquedad y miseria, como aquella incapacidad de producir valores desde nuestra efímera significación.


IX

La mentira es una condición vital de la existencia, la provocación, una condición de la libertad, o sea, aquel afecto a la superioridad. ¿El hombre será solamente un error de Dios? o ¿ Dios será solamente un error del hombre? En cualquier caso se da el nacimiento del cínico, aquel perro que además de morder, puede también reír. Nietzsche se sorprende al constatar que en otro tiempo se preguntaba: ¿qué es lo que hace reír?, como si hubiese, fuera de nosotros mismos, cosas que tuvieran la propiedad de hacer reír.




X

El hábito de la ironía, como el del sarcasmo, es el arte de dañar, sobre todo cuando la ironía va dirigida contra Dios, porque en Dios obtiene el hombre la imagen de sus anhelos, su ideal. La fe cristiana, dijo Nietzsche, es mutilación de sí mismo, probablemente generalizada para salvar la buena reputación o el poder, pero esto es, al fin y al cabo, instinto de decadencia y podredumbre. Los teólogos, hay que reconocerlo, fueron los que abogaron en favor de tal insuficiencia, convirtiendo en hermoso lo horrible y repugnante. Por ello habría que rebautizar el mal como el mejor de nuestros bienes sin perder la mueca irónica.


XI

Por las virtudes será castigado el hombre heroico. Pero antes que nada habrá de superar el remordimiento que la meditación generosa sobre el saber dar, ocasiona. Dar bien es más arduo que tomar bien en el libre curso de la vida.

XII

La libertad es la búsqueda, por excelencia, del que es esclavo. Buscar nuevas formas de valorar, así se denomina la máxima aspiración del hombre superado.



XIII

Una vez que el desprendimiento de la historia ha sido iniciado, el héroe se transforma en poeta que cuenta el final de la historia decadente, subsumida en su muerte por acción de sus propios principios. El nihilismo es una impotencia mortal, extensión del real cansancio mientras el canto es la nueva instauración de lo sagrado en el corazón del devenir. El poeta recuerda que el enigma de la tentación del progreso se resuelve en la metáfora del aburrimiento de Dios


XIV

Ser sensato y hábil en la escritura es dejar formular al lector la última palabra de la sabiduría, dijo Nietzsche, quizá como el axioma de una sabiduría que no aspira la verdad sino la voluntad, porque aquel que aprende se muestra más agradecido, no con aquel que enseña la verdad, sino con aquel que le permitió descubrir por sí mismo que es capaz de crear una verdad.



XV

El habla es la forma más pura de intercambio pero no existe habla en los linderos de la soledad. Quien habla solo no habla, a lo sumo gruñe, por eso es precondición de la escritura la invención del hombre, es decir, de aquel a quien se dirige la palabra, de aquel “ideal” que es necesario para que exista el acto de la comunicación en la escritura. Sin considerar el hecho de que la existencia del habla, mediante esta técnica, pueda tener eco incluso mucho después de nuestra muerte, la fantasía del habla en la escritura le concede sobre todo la cordura, en este proceso que por causas ontológicas, nunca deja de tener algo de absurdo.


XVI

Nietzsche afirmó que al débil no le está permitido conocer: los decadentes precisan la mentira; ésta es una de sus condiciones para conservarse. Porque en primer lugar conocer significa dominar y para dominar se requiere dominar-se. En segundo lugar, la realidad es fatalmente paradójica, lo que implica que no solamente con la razón se puede penetrar en su sentido, sino que es necesario quebrar el sentido mismo en la fantasía. Pero aquí la fantasía (privilegio de los fuertes) es distinta de la mentira que pretende la regularidad de lo real en el establecimiento del mundo. Por lo demás, el mundo existe, así como existe la mentira, lo cual no significa que ésta tenga el derecho a no ser cuestionada por la supuesta irrefutabilidad de su presencia.


XVII

La humanidad ha situado la raíz del mal en la más íntima necesidad de auto-desarrollo, en el egoísmo riguroso. Pero esto ocurre porque no existe una adecuada comprensión del ser humano, sino una disminución de su visión, un empequeñecimiento de los logros y un desprecio por aquel que surge fuera de la regla, una envidia sobre el que logra la libertad en la estructura opresiva y decadente, donde los dominadores simulan el beneficio de los seres libres, sin llegar a comprender que la verdadera libertad los haría cómplices de la liberación antes que desertores de la sangre.


XVIII

Nietzsche decía que la filosofía quiere dar el mayor significado a la vida. ¿Es esto una queja o una nueva forma de nostalgia idealista? La filosofía es un refugio para los que nada saben acerca de la vida, pero puede ser la cuerda tensa que dispara la flecha de un corazón ávido por vivir. De cualquier manera la filosofía nunca escoge sus discípulos, sino que estos escogen su filosofía.


XIX

Tener lenguaje no equivale a tener el conocimiento del mundo, sólo equivale a tener la posibilidad de mediatizar la ignorancia.






XX

Hasta el más valiente de nosotros pocas veces tiene el valor para enfrentarse con lo que realmente sabe, afirmó el filósofo. Esto quiere decir, al menos, dos cosas; que el saber es el límite de nuestro valor y que la esencia del saber es la conciencia de nuestros límites. Por ello hay que señalar que si el conocimiento avanza no lo hace precisamente por una voluntad de saber.



XXI

¿Es posible llegar a una situación superior, donde se sobrepase las contradicciones de la sociedad capitalista? No se puede llegar a pensar en el cambio de manera lineal. El progreso hacia un mundo sin contradicciones (por lo menos económicas) tiene como condición la ruptura de la idea de progreso. Ahora bien, el conjunto de prioridades y expectativas de una sociedad constituyen, a grandes rasgos, parte importante de la cultura. Está claro que un cambio de las prioridades como de las expectativas implica un cambio cultural profundo. Según Nietzsche, la esclavitud pertenece a la esencia de la cultura occidental. Si se piensa por un momento en la cuna de la civilización occidental, considerando además sus condiciones de mantenimiento económico, se podrá ver que la esclavitud fue el puntal que sostuvo el “florecimiento” griego. La ecuación que sugiere el aumento de la cultura, según Nietzsche seria la siguiente: “la miseria del hombre que vive en condiciones difíciles debe ser aumentada, para que un pequeño número de hombres olímpicos pueda acometer la creación de un mundo artístico… debemos comparar la cultura con el guerrero victorioso y ávido de sangre que unce a su carro triunfal, como esclavos, a los vencidos, a quienes un poder bienhechor ha cegado hasta el punto de que, casi despedazados por las ruedas del carro, exclaman aún: ¡dignidad del trabajo! ¡Dignidad del hombre!”. Es necesario entonces crear una contracultura, pero hacerlo sin advertir las ocultas relaciones que existen en nuestra cultura, es dejar intacta la esencia de aquello que se critica. Hay que decirlo enfáticamente, crear contracultura es subvertir los valores profundos de la cultura occidental ¿bajo que costos?, se preguntará. Evidentemente no lo sabemos, pero confiamos en los beneficios reales, es decir vitales de un ser humano que existe fuera de cánones enajenantes, de modelos y generalizaciones arbitrarias, un ser humano que realizará su destino como creador y no como creyente.


XXII

En el orden simbólico que se ha construido hasta ahora, “el camino hacia el progreso” se propone como una paradoja aniquiladora. Somos a costa de ya no ser más, a costa de nuestra identidad y de nuestra historia, decayendo en una estructura crónica de neurosis colectiva, de desnaturalización en función de una idea que nos asigna algún sentido. Pero que algunos individuos tomen conciencia del peligro que representa la impunidad de las acciones del hombre sobre el mundo, bajo la protección del paradigma del progreso, no quiere decir que se vayan a modificar efectivamente, ni las prácticas ni sus resultados, no obstante, esa es la esperanza, hacia un nuevo centro articulador de la vida. La comprensión de la profunda interdependencia bio-lógica de los seres de la ecósfera, la comprensión de que la mayor libertad implica mayor sensibilidad, el impulso hacia modelos equilibrados, exige un cambio de mentalidad que desemboque en otro proyecto civilizatorio.


XXIII


El futuro es incierto y lo incierto perturba. El futuro nos plantea problemas porque no está en nuestra manos su control absoluto, a lo sumo podemos hacer pequeñas proyecciones e insulsas predicciones. Lo único cierto del futuro no es siquiera la muerte, la muerte es fin exacto, es acabamiento, sin embargo el futuro no sólo es acabamiento. El sentido del futuro también descansa en aquello “que puede ser” y en tal medida el futuro es oportunidad, aunque es, al mismo tiempo, vida caótica e indefinible. En la modernidad, no obstante, se suscita un fenómeno que cambia la noción y la visión del futuro. El futuro aquí se entiende como una línea que se extiende por encima de nuestras cabezas; la cultura moderna busca la superación de la superación y el adelanto causal del presente en analogías muy cercanas a la metáfora de la máquina.



XXIV


No se necesita demostrar lo que uno siente a menos que exista la sospecha, la duda en la voluntad, en que el otro coincida con la proyección del propio ego. No se necesita demostrar lo que uno piensa a menos que se desconfíe de la argumentación lógica, de que no exista verosimilitud en los resultados, de que se afecte las propias creencias. La necesidad de demostración se da sobre el temor del error, pero la necesidad de principios se da sobre el error propiamente dicho, aun cuando no pueda haber principios inmutables sobre el devenir perpetuo. Sin embargo, cualquier cosa parece buena ante la insoportable presencia de la incertidumbre, que no necesita ser demostrada. Efectivamente, como dijo el filósofo, poco valor debe tener lo que necesita ser demostrado.



XXV


La inspiración implica el acto de respirar, que analizado con detenimiento, es el acto fundamental de la vida, su acto originario. Asi mismo, inspirar significa infundir, provocar y más precisamente engendrar. Se está inspirado cuando se es capaz de crear.






XXVI

Es sorprendente que, a pesar de la era global donde la ciencia y la tecnología parecen tener la última palabra para interpretar el mundo, la magia, “ese oscuro y seductor universo”, aún perviva y sea incluso determinante en las decisiones y los actos de los seres humanos.


XXVII

De bufones y demonios.- El primer requisito para tener la lucidez de un bufón es aprender a reír. La risa fácil es el arma más poderosa que se posee. El aparecer del bufón es un aparecimiento ingenuo, pero de ninguna forma ignorante, pues lo hace con conocimiento de causa, porque se le olvidaron las causas de aparecer como todos aparecen. Pero al mismo tiempo, el bufón es un demonio en el sentido que es un maestro en el arte del pecado. El bufón ocupa el espacio de lo profano. Si bien puede representar el reverso del conjunto ordenado de valores, no por eso es la antítesis absoluta de esos valores, pues él mismo encarna la vigencia de los valores, en su concepción pura, de ahí que el bufón tenga un status de reformador o corrector de los valores aberrados en el tiempo colectivo. No obstante, el bufón no es un reformador ideal en el sentido de que no es un reconstructor benevolente del deber ser, sino que aparece como la encarnación de la aberración del deber ser, en cuanto que encarna lo que es, y por lo tanto, la crítica mordaz que ejerce sobre las formas normales de lo que es (sobre sí mismo), es una consecuencia de la incoherencia de las formas puras absolutas y el devenir de la realidad que es construcción-destrucción, cambio permanente.


XXVIII

El sentido último de los actos no debiera estar guiado por axiomas morales o principios inmutables, por el devenir histórico y menos aún por la razón, y ni siquiera el placer sería un norte que sustente los actos, como actos diferentes que rompan con la vaciedad y la irresponsabilidad de la no asunción de la vida. Sólo el sentimiento estético puede ahuyentar la vulgaridad.


XXIX

Que en el mundo todo sea lucha y competencia por la insignificancia, no debe desanimarnos, más bien, en ello nos corresponde ver nuestra naturaleza decadente y obtener la fuerza para no asumir las derrotas generales que demuestran que la humanidad, éticamente, no ha avanzado ni un milímetro desde que conoce su historia y al contrario, si han existido actos de bondad y valor supremos, en nada los debemos a la superación humana en el campo de la ética, sino a simples brotes de rebeldía frente a la estupidez.


XXX

Las delicias del lado oscuro.- ¿Por qué lo que está prohibido nos seduce? ¿Qué es aquello que nos atrae de los seres noctámbulos que encuentran en el corazón de la noche el espacio perfecto para gozar de la lujuria y los excesos? ¿Qué hay detrás de los límites? ¿Qué hay que tanto fascina en los antros, esos lugares ocultos tan propicios para el encuentro sin las máscaras de la formalidad y la sensatez? ¿Es que existe un motor de búsqueda más grande que el misterio? Como Heráclito decía, la verdad gusta de ocultarse, pero así también gusta de entregarse a los temerarios que se lanzan en el mar de la experiencia, ¡muchas veces sin saber nadar! tan sólo por saborearla, por sentir al menos un breve destello de su fatal presencia. La verdad es, como decía Nietzsche, una mujer que no puede amar más que a un guerrero, la verdad ama a aquellos que se dan la oportunidad de vivir, aunque eso cueste la vida.


XXXI

Aunque Nietzsche dijo que nadie es responsable de sus actos ni de su ser, y que juzgar equivale a ser injusto, valiendo esto también para el individuo que se juzga a sí mismo, la libertad (la ruptura) implica que el hecho del juicio contra uno es un producto de la sensibilidad propia, o sea, de aquello que en la plena e íntima corporeidad se tiene como doloroso o placentero, cosa que por cierto, es única a pesar de las grandes líneas de la moral y la cultura.


XXXII

Es verdad que la brevedad de la vida humana conduce a muchas afirmaciones erróneas sobre las cualidades del hombre, pero no así sobre sus necesidades.


XXXIII

Nietzsche afirma que la bondad y el amor son las hierbas y las fuerzas más sanas de la humanidad y que por ello, deberían ser aplicadas de la forma más económica posible, pero de hecho aquellas entrañan la generosidad y la fecundidad.


XXXIV

¿Son los sentimientos, involuntarios? Más bien parece que lo involuntario es carecer de la fuerza para sustentar los sentimientos.


XXXV

Según Nietzsche, la mayoría de hombres están muy preocupados en ellos mismos para ser malos, pero lo mismo podríamos decir de su incapacidad para ser buenos.



XXXVI

No solamente se lucha por el placer, uno claudica y se deja vencer por el placer.




XXXVII

No se venera a los locos por la fuerza que imprimen a sus ideas, ni por la inspiración de sus invenciones, sino por el simple desafío a las convenciones.


XXXVIII

Nietzsche observó que el mejor autor es aquel al que le avergüenza convertirse en un hombre de letras, y habría que añadir, un hombre en las letras.


XXXIX

No deja de ser interesante que luego de un siglo nos acerquemos -temerosos y profundamente consternados- a comprender lo que implica "la muerte de dios" y mejor aún, su asesinato. Pero, para ello, habría que recordar lo que Nietzsche dijo con respecto a las altas virtudes, surgidas de la voluntad de poder, algo así como a pesar de que la moralidad y la idea de dios son las fantasías de la dominación, son, sin embargo, los únicos mecanismos que el hombre ha desarrollado para experimentar "la nobleza". Parece que es mejor cambiar de prioridades antes de negar la "prioridad".


XL


Para Nietzsche sólo tienen valor los pensamientos que nos vienen mientras andamos. Pero no se debe transitar tan sólo por las grandes avenidas, ni por los senderos inhóspitos, sino fundamentalmente por el devenir. Se debe transitar por lo transitorio, hacer pensamiento desde la misma rigurosidad de la existencia, desde su fatal movimiento; un nacimiento, una muerte, un aparecer en el reino de las apariencia, un deshacerse, un camino entre tantos.


XLI


Desconfío de todos los sistemáticos y me alejo de ellos. El ansia de sistema constituye una falta de honradez –dijo Nietzsche. El sistema es una forma muy particular de entender la organización del poder, cuerpos integrados, apéndices totalmente dependientes de un centro, organismos sometidos a una lectura que les excede y que les concede sentido, razón que no soporta el devenir, la inseguridad, ni su propia finitud. Y la honestidad, por oposición, no es la verdad, es la limpieza, en una conciencia proclive a la comprensión del mundo y la placidez como momentos, fundamentales momentos.





XLII


Con frecuencia nos apropiamos de aquel pensamiento que nos provoca, que nos proyecta, que nos asigna una ruta en la incertidumbre de la existencia, mas no hacemos nuestro ni el camino, ni el horizonte, ni la provocación. La imaginación es muy cómoda cuando no nos comprometemos con el corazón, cuando de buena gana renunciamos a nuestro ser con la idea de que algún día podamos cancelar esa deuda, -la imaginación desde la impotencia-. En otras palabras, habría que preguntarse: ¿Eres un representante o eres aquello mismo que representas?


XLIII


El afán de liberación tradicionalmente manifiesta que sólo encontrando la explicación primera de todas las cosas llegaríamos a la liberación, al estar en posesión de los principios del universo. No obstante, si ello fuese posible, no haríamos más que confirmar la sujeción de cada uno de nosotros como factores interconectados en el mundo, como productos de una historia que nos contiene, que se riega en nuestro aparecimiento y continua en nuestro desaparecer. Por eso Nietzsche dijo que la única gran liberación consiste en no responsabilizar a nadie, en no poder atribuir el modo de ser de una cosa primera, solamente así se restablece nuevamente la inocencia del devenir.


XLIV


Los seres humanos son predecibles, esa es su esencia, o al menos esa pretenden que sea el núcleo de su diferencia. Y somos predecibles en efecto, en al menos dos sentidos: por un lado somos seres capaces de pre-decir, de modificar el presente a partir de una idea y por otro lado podemos proyectar un presente permanentemente. Sin embargo es difícil comprender cómo a pesar de esta estructura epistémica, el hombre no se confíe a sí mismo el criterio rector del mundo, sino que delegue éstos a la divina providencia, llámese, iglesia, universidad o gobierno. ¿Será que esto sucede porque el hombre no conoce su finitud o porque precisamente la conoce?


XLV

Según Nietzsche, lo esencial de la embriaguez es sentirnos en posesión de todas nuestras fuerzas y en un momento de intensificación de éstas. Pero ocurre que si se estuviese en posesión de las fuerzas vitales, en ese preciso instante se transgrediera la moralidad y la razón de la normalidad que consiste en la sumisión de las fuerzas íntimas que nos gobiernan en base al espíritu y el “orden” cultural jerárquico. Cuando esto se ha tornado una ley, todo comportamiento superior e independiente se entiende como un arrebato irreflexivo, precisamente porque el cuerpo no halla guía más certera e imperante que su propio impulso, el éxtasis.




XLVI

No quedar adherido a nuestras propias virtudes, no es solamente una forma de independencia, es, si se quiere, el reconocimiento de que en el corazón llevamos una borrasca que cualquier momento nos puede lanzar al cielo.


XLVII

Al filósofo no le es lícito elevarse por sobre la autoridad de la gramática, pues queda desprovisto de utilidad y de sentido. Sólo el poeta puede elevarse sobre esa temible jerarquía. Sólo al poeta le es lícito realizar la ficción del sujeto.


XLVIII

La intención era hacer el bien, pero resulta que hice el mal, no obstante, la culpa no me quita el sueño. La intención era hacer el mal, pero resulta que hice el bien, pero la culpa me desveló para siempre.


XLIX

Desde niños, hay que cultivar el valor para sacralizar la vida, o la ruptura de los sacramentos que ello supone.


L

Los hombres son seres religiosos antes que seres racionales.


LI

Sólo el inconsciente reconoce el devenir


LII

¿Hablar de la vida es hablar del poder? ¿Es que a esto se reduce el descubrimiento más propio de la filosofía moderna? ¿Y si la vida no fuera sólo poder, qué quedaría en ella entonces? El poder es una parte de la vida, (una parte bastante extraña) pero de ninguna manera su centro. Hablar de vida es hablar de proyección de vida, de construcción y de nacimiento. Hablar de vida es hablar de continuidad, de tránsito y de memoria. No es de la supresión de la muerte, sino de poder captar el meteoro del instante cuya sublimidad nos supera y nos acerca al otro, es hablar de lo que está más allá de la voluntad, el blanco al que apunta toda necesidad.




LIII


La trascendencia (cualquiera que esta sea) es inmanente a la vida. La vida es algo más de lo que ella es; imaginación y fantasía que surge del interpretar del hombre. Este inter-pretar debe ser comprendido como un valorar, como un autovalorarse. Pero no es posible la valoración más insignificante, cuando el sujeto ha perdido su valor. El paso fundamental, el paso heroico, es el paso de la criatura (léase creatura divina) al de creador. El reencuentro con el ser creador es el reencuentro con el ser poetizante cuya valoración de si, de otro y del mundo, es un modo, un estilo que reconoce su unicidad y particularidad en la necesidad de (ser-en) la mirada.


LIV


Para hallar lo más elevado sobre la tierra hace falta los puños más audaces y los dedos más delicados, dice Nietzsche. Es que lo más elevado se conquista a golpes y caricias, entre el miedo y el valor, entre el riesgo y la voluptuosidad, entre el bien y el mal, en las intersecciones que traspasamos, en el jugarse absolutamente el presente, acto único que brinda la legitimidad y la sanidad de la vida en libertad.


LV


¿Por qué alguien habría de ansiar la muerte? Quizá por la inútil metáfora que dibujó en su cabeza alrededor de la nada. Es gratificante añorar una idea, incluso la del suicidio, que frecuentemente nos hace retornar a la vida, a menos que lo que se busque no sea una metáfora, sino su abandono.


LVI

Un instante de amor vale la pena la muerte.


LVII

El cultivo del individuo, a pesar del iluminismo, sólo puede ser permitido hasta cierto punto. Hasta el punto de que se conserve la sumisión al espiritualismo, la ignorancia y la fragmentación.

LVIII

La Filosofía es una fábula hipnagógica.



LIX

La dignidad es algo más que un problema de derecho.



LX

La cultura ha sido un proceso, unas veces trunco, otras magníficamente realizado. Pero en síntesis, la humanidad es un proceso, unas veces trunco, otras magníficamente realizado y nadie se aflige por ello.


LXI

La belleza es la suspensión del pensamiento.


LXII

La libertad absoluta es patrimonio de los muertos.


LXIII


Nietzsche dice que el hombre sólo desea las verdades agradables, mientras que Epicuro afirma que sin placer las virtudes no serían ni loables ni deseables.


LXIV


El dolor le da sentido al débil, porque el débil hace del dolor el signo heroico de su existencia. Pero en realidad no hay peor decadencia que amar el dolor, y el sufrimiento quizá pueda prolongar una mediocre existencia, pero nunca la vida.

44 LECCIONES CÍNICAS
PARA MORIR FELIZ



El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte sino de la vida.
Baruch Spinoza





1. Las lecciones para morir feliz son lecciones destinadas a los mejores.


2. La meditación filosófica esta circunscrita a la meditación sobre la ética. El vivir y el filosofar son la misma cosa, una acción performativa.


3. Lo más importante en la vida es la autarquía. Autarquía significa el poder de gobernarse a uno mismo por si mismo. La autarquía es la condición fundamental de la independencia y esta de la libertad. Pero la autarquía es un estado que se adquiere luego de rigurosos entrenamientos, tanto físicos como mentales y son pocos los que pueden gozar este estado de lucidez.


4. Para alcanzar la autarquía se requiere la grandeza del ánimo y el sentimiento heroico anclado en la nobleza que brinda la (auto) disciplina.


5. La (auto) disciplina fortifica frente a lo adverso y especializa la práctica del ser uno mismo.


6. El ejercicio y entrenamiento hacia la buena disposición del cuerpo y del espíritu, es clave para alcanzar la sabiduría.

7. Las únicas posesiones de las que un ser humano debe realmente preocuparse son su cuerpo, su espíritu y su palabra.


8. La reflexión filosófica tiene por objeto el aprender a desear y no el placer.


9. La escritura es despreciable si no cumple la condición de tratar de hacer mejores a los hombres.

10. El único dios que existe, al que rendimos pleno tributo y contra el cual uno se ha de preparar constantemente se llama Azar.

11. La trasgresión de los valores tradicionales es sólo un medio, el fin es la autoafirmación y la libertad.

12. La vergüenza es patrimonio de los cobardes por ello se ha de practicar la desvergüenza, sobre todo el desprecio a toda autoridad, pues es su institucionalidad la que conduce hacia la servidumbre el “deseo” de los hombres.

13. El desapego a las cosas, sobre todo en una sociedad que aliena y coacciona en función de las cosas, es el pedestal para la fuerza del carácter y una exigencia para la libertad.

14. La ostentación hace que seas peor. ¿Qué tienes que tenga valor que no pueda serte arrebatado?

15. Hay que vivir por la ley aristocrática de la integridad y la justicia.


16. La prudencia es el pabellón donde habita la sana conciencia y la temeridad el cielo donde surca la sana voluntad.

17. Escupe de buena gana en la cara del poder y la ambición, que son como rocas atadas a tus pies en el mar del libre albedrío.

18. Condensa la sabiduría que vas recogiendo en la vida, de tal manera que tus palabras resulten universales.

19. Somos habitantes del cosmos y de ninguna patria.

20. Desconoce las fronteras que te traza la autoridad.

21. Es necesario que los hombres convivan en base a leyes, pero frecuentemente se gobiernan por leyes que ellos mismos no han elaborado.

22. Sólo hay una forma de amar: con descaro y vehemencia.

23. Falsifica los valores imperantes para que los valores imperantes no te falsifiquen a ti.

24. Todo lo que necesitas para emprender el camino, está en ti.

25. Aprende a jugar mordiendo la cultura.

26. La tranquilidad del espíritu es un valor primordial.

27. No dejes que ningún miedo, ni siquiera el miedo a la muerte debilite el sentido de tu potencia.

28. Eres lo que eres sin la imagen de lo que eres. Hay que destruir las imágenes (las representaciones).

29. La única rebeldía pertinente es la ilustre rebeldía.

30. La ironía es la clave de la inteligencia.

31. La moralidad es una convención superable. Por ello hay que ser actual.

32. Si no quieres padecer, padece.

33. Prescindir de todo no significa negarlo todo.

34. La catarsis es otro tipo de idealismo.

35. Estudia la naturaleza de las cosas para que no andes encadenado a sueños inútiles.

36. No existe la culpa ni el perdón, sólo los hechos.

37. No hables de aquello que no practicas si no quieres pasar por necio.

38. Cultiva la fuerza para divergir del mundo corrupto.

39. Aprende a respirar profundo, a caminar largos trechos, a hablar sólidamente y a beber agua.

40. La vida independiente es rica en simplicidad y mesura.

41. Aléjate de la tristeza e instrúyete en la poesía.

42. Aprende a olfatear las emociones de los otros.

43. Se puede filosofar sin erudiciones pero nunca desconociendo la vida.

44. Si algún día pensases en la muerte, que esto sirva para vigorizar el digno acontecer.