jueves, 21 de febrero de 2008

Alienación estética


Dragon: Vincent Castellar

Está claro que la tecnología aplicada a los mecanismos de comunicación han modificado radicalmente las relaciones, hábitos, procesos culturales, modos de interactuar, esencialmente, nuestro modo de ver el mundo. Las tecnologías han sido el pilar fundamental en el desarrollo de la infraestructura productiva del capitalismo, pero también, tal como se proyectan en la difusión de la información y la comunicación en general, remodelan el espectro cultural y en definitiva su aparato suprestructural, es decir, su ideología.

La implicación de los medios ligados al capital y su difusión masiva tienden a crear lo que Raúl Clerc llama una monodireccionalidad de la información que impone el norte al sur, una virtual colonización vía satélite. Al mismo tiempo, la sobreoferta de información, supone un empobrecimiento de la comunicación y de la posibilidad real de estar en contacto con lo que ocurre a nuestro alrededor.


Chastity

Según Marx la alineación es el sentimiento de futilidad y de soledad que la persona llega a experimentar cuando se reconoce ya completamente extraña a una sociedad que ha perdido el sentido de la condición humana y de la propia misión histórica. El enajenamiento o alineación es un estado de ánimo agónico; aunque a veces sea sentido como una realidad positiva bajo la forma de entusiasmo y exaltación. Ya Baudelaire señaló que en una sociedad de este tipo domina, tanto en el campo de la moral como en la cultura, la tiranía y la opinión pública, por lo que al parecer uno de los mecanismos para tratar de cambiar la situación de enajenación, es cambiar la forma como el público enfrenta el entendimiento de su realidad .

Nada mejor que el arte como mecanismo que apela directamente a la sensibilidad para tratar de cambiar las estructuras del status quo. “El arte auténtico de una sociedad burguesa parece que no tiene otra opción sino la de ser rabiosamente antiburguesa” ., una forma de disidencia que reclama claramente la conformación de una estructura mejor dotada para el desarrollo del hombre.

¿Es posible llegar a una situación superior, donde se sobrepase las contradicciones de la sociedad capitalista? No se puede llegar a pensar el cambio de manera lineal. El progreso hacia un mundo sin contradicciones (por lo menos económicas) tiene como condición la ruptura de la idea de progreso. Ahora bien, el conjunto de prioridades y expectativas de una sociedad constituyen, a grandes rasgos, parte importante de la cultura. Está claro que un cambio en las prioridades como de las expectativas implica un cambio cultural profundo.


Arem Pool: Jean Leon Gerome

Según Nietzsche, la esclavitud pertenece a la esencia de la cultura occidental. Si se piensa por un momento en la cuna de la civilización occidental, considerando además sus condiciones de mantenimiento económico, se podrá ver que la esclavitud fue el puntal que sostuvo el “florecimiento” griego. La ecuación que sugiere el aumento de la cultura, según Nietzsche seria la siguiente: “la miseria del hombre que vive en condiciones difíciles debe ser aumentada, para que un pequeño número de hombres olímpicos pueda acometer la creación de un mundo artístico… debemos comparar la cultura con el guerrero victorioso y ávido de sangre que unce a su carro triunfal, como esclavos, a los vencidos, a quienes un poder bienhechor ha cegado hasta el punto de que, casi despedazados por las ruedas del carro, exclaman aún: ¡dignidad del trabajo! ¡Dignidad del hombre!” .

Crear contracultura, sin advertir las ocultas relaciones de la cultura, es dejar intacta la esencia de aquello que se critica. Hay que decirlo enfáticamente, “crear contracultura es subvertir los valores profundos de la cultura occidental”, ¿bajo que costos?, se preguntará.



Evidentemente no lo sabemos, pero confiamos en los beneficios reales, es decir vitales para un hombre que existe fuera de cánones enajenantes, de modelos y generalizaciones arbitrarias, un hombre que realizará su destino como creador y no como creyente, tal como lo aseguró Sartre al vislumbrar mediante su doctrina , el futuro del hombre vivo.

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